sábado, 29 de noviembre de 2008

Lo que queda de lo que un día fuí


Soledad, puta compañera de viaje.

Tristeza, amiga traicionera.

Tinieblas, amante infiel.


En días tristes como hoy, en lo que solo se me da bien mirar por la ventana y ver lo gris que está el cielo. Daría cualquier cosa por cogeros a las tres y toda mi vida. Meteros un una bolsa de basura y quemaros a los cuatro en el descampado más próximo. Para que cuando el viento se lleve lejos vuestras cenizas yo pueda empezar de cero, lejos de aquí, donde nadie me conozca. A ver si esta vez interpreto mejor mi papel en la cruel obra de teatro que es la vida.


Pero sé que no me dejareis, ya que un día que jacté de ser:


La dama de las Tinieblas.

La princesa de la Tristeza.

Y la reina de la Soledad.


Y ahora, he de pagar por mi error…



Edalie

“Lo siento, pero no tengo otra forma de expresar lo que siento.”

jueves, 27 de noviembre de 2008

La historia de la niña que se llamaba Luna (2)

Bueno como prometí aquí está la continuación de la historia que comencé el viernes pasado y que espero que os gustase. Tan solo comentar que la historia (que en principio solo iba a tener tres partes) me está dando más juego de lo que pensaba. Ya que me ha permitido meter varias cosas interesantes que llevaban tiempo rondando por mi loca cabeza. Así que no puedo decir de momento cuantas partes más habrá. Solo que, si la cantidad de cosas para la facultad que tengo que hacer me lo permite, cada viernes posteare una parte más de la historia de Luna. En fin sin más dilación os dejo con la segunda parte, espero que la disfrutéis tanto como yo escribiéndola.


"Pienso que el único lugar solitario fue la luna."
Paul Mccartney


La historia de la niña que se llamaba Luna


La observaba alejarse con los ojos vidriosos desde la penumbra. Todavía no se había acostumbrado a aquello. Y eso que aquella joven que corría atemorizada por su presencia, no era la primera ni sería la última. A pesar de su apariencia solía despertar esa sensación en la mayoría de los humanos, aunque a veces, y solo a veces ocurrían deliciosas excepciones. Ya no solo una sensación de temor, sino también de respeto. Como si a través de su frágil apariencia infantil, pudieran advertir la divinidad oculta que había en ella. Por ello y a pesar de que lo odiaba siempre estaba sola.


Su única compañera era una gatita negra a la que había llamado Eclipse. En recuerdo de su hermano mayor, al que hacía tanto tiempo que no veía…Pero eso es otra historia que ahora mismo no nos incumbe. Eclipse estaba tan sola como ella, tuvo la mala suerte de no ser como sus hermanos y que su dueña la abandonara por pensar que daba mala suerte tener un gato negro. En cierto modo eran iguales, por eso siempre estaban juntas. Se daban el cariño y la compañía que ambas tanto necesitaban. Pero a veces no le era suficiente, echaba de menos el calor humano, hacía demasiado tiempo que no hablaba con nadie…


-Pobre chica.-Pensó recordando a la joven a la que había asustado. -En el fondo ha sido culpa mía, ya sé que no debo llorar.- Le dijo a Eclipse mientras escondía la tristeza en el fondo de su corazón y secaba sus lágrimas.-Pero todas esas voces…No he podido evitarlo.


Al dejar se llorar sus ojos dejaron de ser rojos y lentamente se volvieron de un clarísimo azul celeste. La Luna por su parte también dejó de ser roja y se tornó del blanco nival que caracterizaba a la Luna llena.

- Ahora todo esta como debe ser- dijo tristemente.- Vamos a dar una vuelta.


La poca gente a la que se encontraban la miraban extrañados. No era lo normal ver a una niña de largo cabello blanco y tez pálida caminado por la ribera a las una de la mañana seguida por un gato negro. Para los más imaginativos incluso podría parecer una fantasmagórica aparición. Pero afortunadamente nadie montó el numerito a su paso. No le apetecía atormentar a nadie más aquella noche. Con una tenía bastante. Se limitaron a mirarla con recelo procurando mantener la distancia.


Por fin llegó a su destino. Le encantaban las vistas de la Mezquita y el Puente Romano desde el otro lado del río. Le parecía una visón mágica y a la vez melancólica, como ella.


Pero sinceramente le habría dado con gusto una buena patada en el culo al “arquitecto” que había realizado la “reforma” del puente. Aunque lo había visto durante demasiados años como para poder cerrar los ojos y ver el antiguo, el verdadero y no aquella chapuza. Pero quitando la actual escasez de arquitectos con gusto en la cuidad, Córdoba le gustaba. En cierto modo la historia de aquella ciudad le recodaba su vida. El esplendor de aquella cuidad la que llegó a ser la capital de todo un imperio. Y que ahora se veía obligada a luchar para que los pueblos de la zona no la superasen en recursos, riqueza y población.


Aquello le hizo recordar, su mente voló hacia un pasado que algunos considerarían remoto pero que para ella seguía siendo una clara visión. Aún recordaba su época de gloria, de Templos erguidos en su honor llenos de sabios estudiando sus misterios y de sacerdotisas haciéndole ofrendas. De los tiempos en los que desde el más poderoso Rey hasta el más humilde labrador, pasando por el más sabio filósofo, la buscaban en el cielo nocturno en busca de consejo. Por no hablar de las súplicas de los enamorados…

Pero aquella época había pasado para las dos, para la cuidad y para ella.


Los hombres en su afán de revelar los misterios del universo la habían estudiado y al creer comprenderla le pusieron una etiqueta, le dieron una definición a lo que era:

"Satélite de la tierra que gira alrededor de ella y que se ve porque refleja la luz del Sol."

Y la olvidaron. ¿Pero tan solo era eso? ¿O había algo más detrás de esa definición? Eso jamás se pararon a investigarlo. Estaban contentos con su trabajo, todo debía tener una etiqueta para poder introducirlo en su sistema moderno y ella ya lo tenía, eso era lo único que les importaba.


El nombre de aquella niña, que miraba como las luces se reflejaban en el Guadalquivir con nostalgia, era Luna. O más bien era la Luna. Y se sentía terriblemente sola.


Edalie.

domingo, 23 de noviembre de 2008

"Solo los que se interesan de verdad, llegan a conocer la verdad que se esconde tras la máscara que cada uno llevamos para no mostrar el alma al descubierto."


Edalie.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La historia de la niña que se llamaba Luna. (1)

Bueno esta es el primer relato largo que subo blog, por ello he decidido subirlo en tres partes, para hacer más amena su lectura y sobretodo para dejaros con la intriga...jeje. Espero que os guste. El Viernes que viene más.



“Lo primero que hizo el hombre cuando llegó a la luna fue pisarla, ¡Qué poca vergüenza!”



La historia de la niña que se llamaba Luna.


Se había perdido. “Maldita sea la hora en la que decidí tomar una “ruta alternativa” para llegar.” Pensó. Lo único que sabía era que se encontraba en un lugar intermedio entre La Mezquita y La Calle la Feria. Siempre podía darse la vuelta, llegar a la Mezquita y tomar un camino conocido hasta El Potro. Pero tenía prisa, llegaba tarde. Además era de noche y las estrechas calles de la Judería estaban desiertas. Tenía miedo. Solo quería llegar.


Algo llamo su atención, unos ojos amarillos la miraban fijamente. Solo era un gato, pero a su lado había una niña sentada en el suelo con la cabeza entre las rodillas. Si no hubiera sido por el felino no la habría visto. Ya que se encontraba en una zona que la tenue luz de la calleja no llegaba a iluminar, las sombras la ocultaban. “¿Qué hacía una niña allí?” pensó. No debía de tener más de cinco o seis años. Tal vez se había perdido como ella. Se acercó. Estaba llorando. -¿Qué haces aquí pequeña? ¿Te as perdido?- No hubo respuesta. -¿No me entiendes?- Dijo tocándole el hombro. La niña levantó la cabeza y la miró directamente a los ojos. Estaba llorando. Hasta ahora no se había fijado pero aquella niña tenía el pelo blanco. Pero había algo más… ¡Tenía los ojos rojos! Aquello la asustaba, inconscientemente dio un paso hacia atrás, la niña se levantó. La seguía mirando a los ojos mientras las lágrimas cruzaban su rostro infantil. No sabía decir que tenía aquella mirada, pero resultaba hipnótica, como mirar una hermosa Luna llena, pero a la vez era escalofriante. Estaba cada vez más asustada y la niña seguía sin decir palabra alguna.


El gato maulló, entonces la vio suspendida en el cielo nocturno. Una Luna llena roja sangre. Como los ojos de aquella misteriosa niña. No pudo aguantarlo más y salió corriendo aterrorizada sin importarle hacia donde, pero antes de desaparecer por la callejuela más cercana, no pudo evitar volver la mirada para ver por última vez a la pequeña. Al ver de nuevo sus lágrimas pensó en lo sola que parecía. Allí con la única compañía del felino negro, mirando la Luna roja.


Edalie.

¡La mujer, ese gran desconocido!


-¿Paranoica me dices? Esto no es nada. Acostumbrate a dos paranoias al mes como mínimo. Una cuando ovulo y la otra cuando me viene la regla. Mis hormonas incendiarias, que le hacen estragos a mi pobre y frágil cordura mental.


Edalie.

Y es que a pesar de ser una de ellas aún me cuesta entenderlas. Y bueno entenderme.



miércoles, 19 de noviembre de 2008

Y ni tan siquiera sabía tu nombre…

Ahora que leo mis palabras me doy cuenta de que jamás lograrán expresar la intensidad de lo que siento. Tye Melane.


Y ni tan siquiera sabía tu nombre…


Todavía recuerdo como comenzó. Era una fría tarde de Diciembre, la gente pasaba a nuestro alrededor realizando sus compras navideñas. Los niños corrían ilusionados mirando las luces e imaginando cuántos regalos les traerían este año los reyes. Estos nos observaban a cierta distancia. Todo se movía a un ritmo vertiginoso, pero tú y yo parecíamos ir a cámara lenta.


Yo lloraba por el daño que me habías hecho. Tus ojos me decían que también lo habías hecho por verme así. Te sentías culpable. Habías metido la pata, pero no era culpa tuya. En todo caso pecabas de ingenuo, de haber confiado en la persona equivocada. Pero a pesar de de no ser tú el que me dió la puñalada por la espalda, sin ti, no habría sido posible. Aún así no podía enfadarme contigo.


Me pediste perdón con un hilo de voz. –No es tu culpa.- Volví ha decirte una vez más bajando la cabeza para que no me vieras seguir llorando. –Dame un abrazo y lo olvidamos todo.- Dije.


En cuanto me abrazaste el mundo se detuvo. Era un sentimiento extraño, me sentía…Reconfortada. Un vago recuerdo apareció en mi mente. Esta sensación, ¿la había sentido antes? Sí, eso creo. Pero hacía demasiado tiempo para estar segura de si era la misma, pero… ¿qué más podía ser? Levanté la mirada confundida, lo primero que vi fueron tus labios carnosos, los que tanto me gustan morder. Y después tus ojos, esa mirada intensa. Temí que me leyera el alma. Ahora ya no había dudas, tenía ganas de besarte. ¿Quería besarte? Pero… ¿por qué? Hasta ese día tan solo habías sido uno más. Otro amigo más. Notaste mi confusión. Siempre se te ha dado bien saber lo que pienso. Ya que tiempo después recordando ese día dijiste que por esa mirada creías que no había llegado a perdonarte. Pero en realidad acababa de enamorarme de ti.


Edalie.

“Gracias por tropezarte conmigo en el camino.”

martes, 18 de noviembre de 2008

"Donde termina la amistad, comienza el circo de la falsedad humana."

No hace falta decir nada más. Señoras y caballeros acomodensen en sus butacas, apaguen las luces y...
¡¡¡QUE DÉ COMIENZO EL ESPECTÁCULO!!!


Edalie.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Un poco de filosofía.


Lo siento,

pero al igual que tú eres Platón,

yo soy Nietzsche.


Tú eres la razón.

Y yo la vida.


Tú, la cordura,

la templanza,

la entereza y el orden.


Yo, los instintos,

los impulsos,

los sentimientos y caos.


Tú, eres frío como una piedra.

Yo, sensible como el llanto de un niño.


Lloraré por ti.

Porque olvidaste como hacerlo.


Cuida de los dos.

Porque ya no recuerdo como era.


La razón no tiene sentido sin la vida.

La vida sin razón está vacía.


Edalie.

"Porque solo dos pueden forman un todo."

lunes, 10 de noviembre de 2008

Nada

- ¿En que piensas?
- En nada.
- ¿Cómo no vas a pensar en nada? Todo el mundo piensa en algo.
- Pues no pensaba en nada, de verdad.
- Es imposible dejar la mente en blanco.
- Yo lo estaba haciendo.
- ¿Cómo?
- No sé. Tan solo miraba los coches bailar en la carretera y escuchaba la música. Me perdía en los acordes, flotaba en la melodía, el ritmo me mecía y la voz me acariciaba el alma.

Edalie.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¡Adios Púas!

Sinceramente no sé como empezar esto. Tengo bastantes cosas que decir, pero no adquieren ningún orden en mi mente.

Simplemente es que (y con esto demostraré mis diez años mentales) me cuesta entender lo que sucedió ayer. No entiendo como estabas entre mis manos moviéndote y pataleando e instantes después estabas inmóvil. Es verdad, tu cuerpo aún seguía allí, en mis manos, como tantas otras veces en estos cuatro años. Pero tú ya no, te habías ido. Y lo único que quedaba de lo que segundos antes habías sido tú, era tu cuerpo, tus púas y tu sangre, mucha, demasiada. Pero de ti, ni rastro.

No diré que fuiste la mejor mascota, ni la más mona, ni la más atenta. Porque sería mentira. Eso si, eras bastante peculiar. No todo el mundo tiene un erizo por mascota. Y a mi me gustaba decirlo. Pero lo que sí tenías, era una gran cualidad que vosotros, las mascotas sí tenéis. Pero que al ser humano se le olvida, a pesar de su importancia. Y es que siempre estabas ahí. Daba igual lo que haya hecho, lo que haya pasado. Siempre estabas ahí.

No puedo evitar sentirme culpable de tu muerte. Yo que controle cada día de tu vida, debí de haber sabido evitar que te fueras así. Y a pesar de que siento que no hice cuanto pude y cientos de "¿Y si...?" rondan por mi cabeza ( ¿a dónde irán a parar todas las cosas que pudimos hacer y no hicimos? supongo que al mismo sitio que estas tú ahora.) No sabía qué más hacer, qué más podía hacer. Puede que no pudiera haber hecho más de lo que hice, pero siempre me quedará la duda.

En fin no voy a extenderme más, porque esta empezando a costarme seguir. Sé que habrá gente que no entienda esto, pero creo que lo mínimo que podía hacer por ti era darte una buena despedida.

¡Adiós amigo!

Edalie.

jueves, 6 de noviembre de 2008

La rosa

Bueno aquí os dejo una pequeña reflexión que hice hace ya algún tiempo a partir de una gran frase que me dijo un sabio amigo. Esto es para ti Navi, espero que te guste:

¿Qué es el amor?

¿ Qué es el amor sino sufrimiento ?


Esta frase que Naviel me dijo hace tiempo

lleva días rondando por mi mente sinuosa.

Él sabiamente opinaba que el 90% del amor

es sufrimiento.


Lo que me lleva a decidir que,

el ser humano es masoquista.


Lo que también me lleva a afirmar mi convencimiento,

del porque la rosa es el símbolo del amor.


¡ Qué bonitas son al principio !

Me pasaría el día mirándolas.

Estaría horas oliendo su fragancia.


Pero va pasando el tiempo.

Y al igual que los sentimientos,

la rosa ya no es tan bonita.

Se marchita. Se muere lentamente.

El tiempo la mata.


Sus pétalos se van cayendo.

La mayoría no es capaz

de soportar esta decadencia,

se rinden, abandonan

y tiran la flor marchita a la basura.


Pero hay unos pocos que nos resistimos

a verla morir sin más.

Que no queremos que termine,

y luchamos por lo que sentimos.


El camino es largo.

Es difícil.

Es mucho más fácil fracasar,

que terminar la misión con éxito.

Pero si se consigue la recompensa es infinita.


Nada me parece más hermoso en este mundo

que una rosa disecada.

La que a pesar de su aparente fragilidad,

soporta casi cualquier cosa.

Ya que ha ganado la batalla más difícil.

Ha vencido al tiempo.



Nada me parece más hermoso en este mundo

que una rosa disecada.

El símbolo del amor eterno.


Edalie.

martes, 4 de noviembre de 2008

Rain

Sé que tengo un problema, que si llueve no puedo pensar en otra cosa y eso se ve reflejado en lo que escribo, asi que aqui va otra entrada sobre la lluvia, pero es que simplemente me encanta. Será que como bien dice Xerenor, la lluvia al igual que el fuego emboba (si también ire a que me miren esa obsesión mia de ver arder las cosas, o cuando me dé por estudiar psicologia me lo miro yo que me va a salir algo más barato.) Bueno sin más dilación:

Rain

Me gusta cuando llueve a mares,
porque sé que estará en tu ventana
embobado mirando la lluvia caer.

Me gusta cuando el viento hace que las gotas
golpeen fuertemente contra mi ventana,
porque sé que con ese es el sonido
con el que tequedas dormido.

Pero me gusta aún más cuando los relámpagos
iluminan mi habitación en mitad de la noche
y yo me acurruco debajo de las sábanas
abrazando a Happy y pensando en ti,
porque las tonterias como esa
son las que me hacen estar segura
de lo mucho que te quiero.


Edalie
"Me gustas cuando eres feliz y se te nota" (Tenia ganas de poner esa frase =D)