miércoles, 24 de noviembre de 2010

No puedo dormir.

Odio soñar, odio hacer planes, odio hacerme ilusiones. Cuanto más esperas algo, mayor es la decepción cuando no se hace realidad y esto suele suceder la mayoría de las ocasiones. Cuando una ilusión se desvanece, me la imagino como un enorme cristal rompiéndose. Como uno vaso durex, de los que todos hemos tenido en casa desde que recordamos, que a la vigésimosexta vez que se nos cae, decide por fin, romperse. Y lo hace en miles de diminutos trozos, tan pequeños, que ni siquiera podemos verlos. Tan pequeños, que solo sirven para que, semanas después, al andar descalzos por la cocina, nos clavemos uno en la planta del pie provocandonos una herida mucho mayor y molesta de lo que podíamos imaginar.

Puede que el hecho no sea para tanto. Puede que lo haya soportado otras veces sin inmutarme, pero esta vez, simple y llanamente, lo necesitaba. Puede que en el fondo, sea bueno, tengo mil exámenes que estudiar, tanto para el ciclo como para la universidad y un trabajo para las prácticas, que será un milagro si logro terminarlo a tiempo. Pero me falta una parte importante de mi y sin ella ya no tengo ni fuerzas ni ganas de nada...

Me paso el día dándole vueltas a lo mismo, echándola en falta, buscándola...

Sé que debería ser más egoísta, pensar más en mi misma, en mi futuro, concentrarme en mis estudios. Pero no puedo, será que estoy rota, incompleta. Pero veo a las parejas por la calle y las odio, no puedo evitar odiarlas con todas mis fuerzas. Sé que no es más que la envidia y me odio por ello, pero no puedo evitarlo. Me recuerdan constantemente algo que yo no puedo tener. Un placer del que apenas son conscientes y del que yo disfruto en raras ocasiones. Un acto tan simple como como pasear cogidos de la mano. Y eso me produce un dolor tan intenso que me desgarra, que me consume con cada día que pasa y que no estás a mi lado.

Para alguien como nosotros, que nos pasamos la vida esperando, ¿qué pueden significar dos ó tres semanas más? Nada...

O simplemente un mundo...

Siento estás palabras y espero que no llegues a leerlas. Mis palabras contigo deberían ser de animo, de alivio, de aliento, de cariño, de esperanza, de amor... Pero jamás deberían herirte.
Es solo, que a veces, todo lo que callo, todos los sentimientos importantes que al intentar decírtelos soy incapaz, que mi voz enmudece y se apaga, tienen que salir por algún lado o acabarían destruyendome. Y escribir siempre ha sido la mejor manera.



Edalie.

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