viernes, 5 de diciembre de 2008

L a historia de la niña que se llamaba Luna (3)

Bueno aquí va la tercera parte de la historia de Luna. Para empezar, me gustaría pedir perdón por la entrada del viernes pasado. Ya que no llegó a ser aquello que soñaba ser mientras yo le daba forma. Espero hacerlo mejor esta vez.
Después me gustaría darle las gracias una vez más a Naviel, al final voy a terminar convirtiéndote en mi musa particular. Ya que esta semana no iba ha haber entrada por diversos motivos. No tenía tiempo, ganas ni inspiración para escribir algo decente. Entonces fue cuando sin esperarlo yo, ni quererlo tú soltaste la frase que encendió el interruptor de mi imaginación y desencadenó toda esta historia. Así que...¡Gracias Navi!
Sin más que decir, espero que os guste. ¡Hasta el próximo viernes!


La historia de la niña que se llamaba Luna.

De repente Eclipse comenzó a maullar nerviosa, sacándola de su ensimismamiento. Luna miró al cielo, se estaba nublando. Eso y los apremiantes maullidos de la gata, solo podían significar una cosa. Iba a llover.

Recordó los días en los que le encantaba ver la lluvia caer a través de la ventana. Pero el tiempo le había enseñado que ver llover, tan solo era agradable desde el lado cálido y seco de la ventana. Desde el otro, cuando el agua empapa tus pies y el frío hiela tus huesos, pierde parte de su encanto, por no decir que carecía de él.
- Será mejor que busquemos un sitio donde cobijarnos, ¿no, Eclipse?.
Pero por muy incómoda que resultase la lluvia, cuando no se tiene un lugar seco al que dirigirse. En el fondo le gustaba que lloviese en días como hoy. En los días en los que solo le apetecía llorar. En la visión romántica que a veces tenía de las cosas, estaba convencida de que las nubes habían absorbido toda su tristeza y lloraban por ella. Al pensar esto, no pudo evitar sonreír. Después de todo, aún no había perdido su inocencia.

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- ¿Dónde está la Luna?- Preguntó ansioso buscándola en el cielo nocturno.
- No se ve, la tapan las nubes. Parece que va a llover. Será mejor que me vaya.
- ¡Malditas nubes!- Dijo a modo de despedida.

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Por fin habían encontrado un lugar resguardado donde pasar el rato hasta que dejara de llover. De repente una sensación atravesó el corazón de Luna. Hacía demasiado tiempo que no sentía algo parecido. Tenía miedo, las veces anteriores no habían salido demasiado bien. Pero también estaba ilusionada. Echaba de menos un cálido abrazo en las frías noches de invierno o una conversación larga y tendida por el mero placer de hablar con el otro.

Alguien la estaba buscando. Y ella pensaba ir a su encuentro. Aunque eso tendría que esperar hasta la próxima noche. Estaba a punto de despuntar el alba. Era hora de dormir.


Edalie.

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