Tienes hora para ir al ginecólogo,
te duele la cabeza, te ha sentado algo mal
o preparas un examen
es el santo de Marta,
los gemelos se aburren sin salir
o Macarena te ha invitado a bañarte en su piscina...
¡ Qué mal mientes amor!
Si no te gusto dímelo.
Pensaré en un buen suicidio.
Pero si quieres verme,
y tus escusas son más que un vulgar afrodisiaco
para que se mantenga mi deseo,
invéntate otros juegos, vida mía,
que el premio del engaño es:
EL OLVIDO.
Luis A. de Cuenca
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